Las causas del desarrollo de una fobia no están claras, pero las investigaciones científicas sugieren que existen ciertos factores genéticos y ambientales que pueden favorecer la aparición de una fobia.
No obstante, hay ciertas situaciones en las cuales se puede identificar la posible causa de una fobia, estas situaciones son en las que la persona, por distintos motivos, está sometida a estrés. Una de las causas posibles por las que surge una fobia específica es que la persona haya sufrido una experiencia traumática en su infancia, después la persona asocia esa experiencia al objeto que le causa temor. Esta asociación puede ser directa o indirecta. Es directa cuando ha sido ese objeto la causa misma que desemboca en una fobia: por ejemplo, si siendo un niño nos mordió un perro, como consecuencia de ello, crecemos con fobia a los perros. La asociación es indirecta cuando el temor aparece desplazado: es decir, el sujeto no vive en primera persona la experiencia traumática, pero ve a otra persona en esa situación, o recibe información a través de una película, un documental de televisión, un periódico, etc. Es importante aclarar que no todas las personas que vivan o vean una experiencia traumática, desarrollarán una fobia.
En cuento a la posibilidad de que las fobias tengan un componente genético, en muchos casos se ha observado que los hijos repiten la fobia de sus progenitores: por ejemplo, una madre con fobia a las serpientes, puede transmitir a sus hijos su propio miedo a las serpientes. Sin embargo, no se trata de herencia genética, sino que simplemente se trata de un comportamiento aprendido.
Las personas que padecen una fobia no suelen recordar las causas de la misma, especialmente cuando se trata de fobias específicas. Otras veces, en cambio, pueden recordar uno o varios sucesos que los llevaron a ellas.
Tipos de fobias más comunes:
Agorafobia: Miedo intenso a los espacios abiertos (zonas de estacionamiento, mercados, etc.). Además, el miedo va acompañado de alguno de los siguientes síntomas: Miedo al uso del transporte público (automóviles, autobuses, aviones, etc.), a estar en sitios cerrador (tiendas, teatros, cines, etc.), a hacer cola o estar en medio de una multitud y/o miedo a salir fuera de casa solo. La persona con agorafobia evita estas situaciones debido a la idea de que escapar podría ser difícil o podría no disponer de ayuda si aparecen síntomas de pánico
Este trastorno puede llegar a ser muy incapacitante y dificulta el normal funcionamiento de la persona tanto a nivel laboral, familiar o social.
Claustrofobia: La Claustrofobia es un miedo intenso a los lugares cerrados. La mayoría de los espacios claustrofóbicos conllevan un riesgo de quedarse encerrado (por ejemplo, en un ascensor), así como una restricción del movimiento. Por lo tanto, las situaciones que se evitan son ascensores, túneles, el metro, habitaciones pequeñas, etc. Los miedos más frecuentes son quedarse encerrado o no poder respirar y asfixiarse. Como en otras muchas fobias, aunque la persona reconoce que el miedo es irracional, seguirá evitando esos espacios cerrados.
Entre un 2 y un 5% de la población general sufre claustrofobia.
Además de la Claustrofobia y de la Agorafobia, también son comunes las siguientes fobias: Fobia social: La fobia social es un temor continuo e incontrolable a enfrentar determinadas situaciones sociales. Hematofobia: Miedo a la sangre, Aracnofobia: miedo a las arañas, Aerofobia: el tan común miedo a viajar en avión, Acrofobia: miedo a las alturas, Necrofobia: miedo a la muerte, etc.
Tratamientos: El tratamiento de elección para las fobias es el de la Terapia de Exposición. En este tipo de terapia, el paciente va enfrentándose con la situación temida, en pasos graduales y progresivos. Es decir, si una persona tiene miedo a las arañas, primero se imaginará que está en presencia de una araña pequeña, luego verá una araña en foto, después en realidad virtual, y así sucesivamente. Previamente, el terapeuta ha dotado a la persona fóbica de estrategias de afrontamiento y enseñado técnicas de relajación. Así, la persona aprende a permanecer delante del estímulo temido, pero sin padecer ansiedad.
Como Psicóloga Clínica, en el tratamiento de las fobias, aplico la Terapia de Exposición combinada con técnicas cognitivas y psicoeducación. Es decir, por una parte, se trata de dar al paciente mucha información sobre aquella situación a la que teme, para que de esta manera vaya perdiendo el miedo, mientras que por otra parte se le va exponiendo gradualmente a la situación u objeto fóbico.